MARATÓN DE VALENCIA

El 20 de noviembre hice una de tantas aquellas cosas de las que pensaba que jamás haría, un maratón.

Y es cierto cuando se dice, “Nunca digas de ese agua no beberé”

Mi conclusión a lo largo de mis 36 años de vida es que la vida es un constante cambio al que nos sometemos y al que debemos ir adaptándonos.

No puedo decir que sea igual que hace 10 años, ni siquiera que hace 1 año y no lo digo por haber corrido un maratón, lo digo por muchas otras cosas más.  Sigo siendo la misma pero no igual.

Por suerte creo que tengo una gran capacidad de adaptación a los cambios, de hecho me encantan.

Cada cambio es un reto personal al que me enfrento y me hace disfrutar por tener que emprender una búsqueda de cómo afrontarlo de la mejor manera posible para poder salir victoriosa.

Me estoy yendo un poco por las ramas, así que voy a centrarme un poco en la experiencia del Maratón de Valencia y si eso después retomo mi reflexión.

Varias cosas influyeron en mi decisión de querer correr el maratón este año:

1. Un gran día con el club en el Trail de Albalat el cual no pude correr.

2. La mezcla de 2 cervezas distintas en el almuerzo ese mismo día 😛

3. Saber que la edición del maratón era la 36 y que yo ese mes cumplía mis 36, una edad que me parecía ideal para hacer un maratón, porque nunca iba a ser más joven para hacer otro.

4. No tenía ningún objetivo importante a la vista y estaba a principio de año.

5. Que al menos hay que correr un maratón en la vida (eso dicen)

6. Celia, por lo que me transmitió de su experiencia vivida el año anterior en el maratón de Valencia. Pensé que yo quería correr uno y acabar igual de bien y feliz que ella.

Había “criticado” la distancia del maratón, siempre me había parecido insano y una salvajada para el cuerpo.

No es que ya no piense que no lo sea, pero sí que pienso que como en todo el tema está en no pasarse, en el planteamiento, la preparación y muchos factores más en los que a lo mejor antes ni pensaba.

El caso es que mi objetivo de este año era correr el de Valencia (cosa que me parecía una locura en aquel entonces) cumplir el reto y no repetir.

Sin embargo, eso de no repetir algún día es una de las cosas que cambió en mí después de haberlo corrido.

Reconozco que no había hecho muchas tiradas largas y había tenido varios parones en los entrenamientos y esto al principio me generó dudas de si conseguiría acabarlo.

Pero a una semana del maratón estaba segura de que iba a cruzar la meta aunque fuera arrastrándome.

Cuando me apunté al maratón recuerdo que dije en mi post de la 15K de massamagrell que sí tenía la más mínima molestia ese día antes de empezar que no correría, no pensaba jugármela a lesionarme.

Parece mentira, ¿a quién pretendía engañar?

Llegó el día de la prueba y tenía molestias en las lumbares y en la rodilla, pero en mi cabeza no entraba la opción de no correr, esa medalla tan chula se venía a casa sí o sí.

Así que intentaría hacerlo y dejaría que pasara lo que tuviera que pasar.

Nani, Víctor, Vicente, Celia y yo seríamos los ISPORT que iríamos a por nuestro sueño.

Hasta el km 5 decidí correr con Celia, pero ella quería que corriera mi maratón y me dejó ir.

Las molestias empezaron demasiado pronto, al poco de empezar y en varios sitios, la cadera, el dedo del pie, el empeine del otro, la rodilla no iba fina…

En definitiva, un mal día para correr un maratón, o para correr en general. Me mentalicé y asumí que aunque no era mi día lo iba a conseguir.

Muchas caras conocidas y muchos ánimos durante el recorrido minimizaban los dolores que tenía.

Marta al pie del cañón en varios puntos por si necesitaba alguna cosa.

Pasado el km 30 estaría mi madre con mi madrina para darme ánimos.

Al verla apuntándome con su cámara de fotos me fui directa a ella a abrazarle, besarle y robarle el plátano que le asomaba por el bolsillo del abrigo. jajaja.

Después fui a darle un beso a mi madrina que casi ni se dio cuenta de que fui yo la que le besó fugazmente.

A partir del 32 y tras ver que el dolor de cintilla no había aparecido, que me quedaban sólo 10k y que me sentía muscularmente muy bien, me dio el subidón, sabía que iba a acabar.

Estaba esperando que apareciera el famoso muro, ¿dónde estás? ¿cómo serás?¿qué pasará cuando aparezcas?

Tenía verdadera curiosidad la verdad, pero nunca vino a verme, debía haber quedado con otra persona (o unas cuantas más  😛 )

Fue en el kilómetro 37 cuando me “petó” la cintilla y empecé a cojear.

Sólo necesitaba reflex para resucitar pero no había manera de encontrar un bote.

Sin embargo seguía feliz, sonriendo, corriendo medio a la pata coja (tenía que haber entrenado esto) y pensando en la meta.

En el kilómetro 40 Sonia me dio un beso de energía y justo en frente de ella me dijo que tenían reflex.

Directa me fui a que me rociaran las piernas y eso fue mano de santo.

Los últimos 2 km fueron una pasada, iba cantando, dando saltos, bailando… ya nada impediría que cruzara el arco y me llevara la medalla.

Al llegar a la alfombra no me lo podía creer, me sentía ¡¡tan bien!! que pensé: ¿ya está? ¿ya se ha acabado? soy una crack, jajaja.

Llegaba con la sensación de no habérseme hecho nada pesado (a pesar de los dolores) y de seguir con fuerzas para mucho más.

Es curioso, había llorado imaginando ese momento días antes y sin embargo no lloré al terminar, sólo estaba #happy al cuadrado, y pensé en que no hay nada que se me resista.

Había que saltar en la meta (esto era lo más importante) y como había varios fotógrafos hice mi salto hasta 3 veces, uno en el pasillo, otro justo antes de cruzar (donde Fede me sacó esta fantástica foto) y otra justo al cruzar el sensor del chip. (por saltar que no quedase)

En definitiva, una gran experiencia que recomiendo hacer al menos una vez en la vida 😉

No descarto volver a correr un maratón algún día, lo más duro no es la prueba, es el sacrificio de los entrenamientos. Si estás dispuesto a entrenar el maratón lo tienes chupado.

El maratón es una experiencia más de las que me han hecho cambiar. (ahora me siento más fuerte :P)

Las experiencias que vivimos, la gente de la que nos rodeamos, las cosas que vemos, sentimos y oímos son los que forjan nuestro YO.

Y es que en mayor y en menor medida la vida nos cambia, en mi opinión siempre a mejor.

Si no lo ves así seguramente es porque las adversidades te superan y no estás viendo lo que ésta te está ofreciendo.  Para que salga el sol tiene que llover. Y es que no hay bien si no hay mal (esa es la teoría del ying yang)

Lo he dicho en más de una ocasión, nunca he creído en las casualidades y siempre he pensado en que somos nosotros los que creamos nuestra propia suerte. Recomiendo leer “El libro de la buena suerte” (ya lo recomendé hace años en otro post, junto al libro de “El secreto”.

Constantemente en mi día a día me doy cuenta de que todo lo que deseamos está a nuestro alcance, sólo hay que ser constantes y saber esperar.    A veces me asusto de lo que puedo llegar a desear porque sé que si lo deseo lo puedo hacer realidad.

Los obstáculos en la vida son necesarios, aunque no nos gusten y nos “rompan” son los escalones que te llevan hacia el crecimiento.

Una vida sin piedras en el camino sería aburrida y nos estancaría en nuestro desarrollo personal, de vez en cuando hay que salirse de la zona de confort y estas piedras en ocasiones te tiran (ayudan) fuera de ella (a salir fuera).

Me fascina la complejidad del ser humano, cada persona es única y de ella depende hasta dónde quiere llegar, qué quiere para sí misma y para los demás. Tú puedes ser lo que quieras ser porque nosotros tenemos el poder.   Ya lo dice la canción “I have the power”

Me quedan muchísimos aspectos por pulir en mí, y es que hay cosas que me cuestan mucho.

Lo deportivo lo llevo bien, pero lo emocional…

Una de las asignaturas pendientes que tengo y que voy arrastrando es trabajar mi parte afectiva, reconozco que soy de lo más despegada que te puedes tirar a la cara.

Mi madre me dice despegada y varias amigas me dicen “frozen”, no será casualidad…

No creo que sea una cuestión de ser, si no de estar, lo malo es que lo estoy desde hace tantísimos años que ya ni recuerdo.

Éste podría ser un buen objetivo para 2017, ser más afectiva, sin embargo, creo que este cambio sólo se producirá cuando tenga alguna experiencia lo suficientemente intensa que me haga cambiar el chip. A veces hay que darse una buena leche para reaccionar.

Somos así, da igual lo que digan los demás y saber lo que debemos hacer no siempre es suficiente.

Necesitamos que nos pase algo, no tiene porque ser siempre algo negativo, pero generalmente es algo gordo para que se nos abran los ojos, el problema es cuando nos damos cuenta demasiado tarde y acabamos arrepintiéndonos de lo que dejamos de hacer o nos entristece haber estado “ciegos” durante tanto tiempo.

Es la consciencia de las cosas la que nos hacen evolucionar, pero muchas veces preferimos la ignorancia porque es lo más cómodo.

Es la ignorancia precisamente la que nos estanca en nuestro desarrollo, por eso cada día intento ser más consciente de todo lo que pasa a mi alrededor y desde que lo hago sólo he notado cambios positivos en mi vida y me ha creado nuevas aspiraciones.

No sé a que ha venido todo este “rollo” en un post que sólo debía hablar del Maratón de Valencia.

Lo siento, pero no lo he podido evitar.

Así que si has llegado a leer todo este “peñazo” sólo espero que te haya servido para algo y te invito a que seas más consciente de todo lo que te rodea y de ti mismo.

Pregúntate cuales son tus objetivos en tu vida, qué haces ahora, por qué, para qué, si eso te hace feliz.

Si te das cuenta de que no vas encaminado en conseguir tus objetivos, aún estas a tiempo, sólo piensa que deberías cambiar y hacer para conseguirlos.

#happy

Para acabar os dejo un enlace de las cosas que más personas se arrepienten cuando están terminales.

http://www.upsocl.com/comunidad/enfermera-revela-las-5-cosas-que-la-gente-mas-se-arrepiente-antes-de-morir/

El resumen de lo que deberíamos hacer es:

1. Perseguir nuestros sueños
2. Trabajar menos y vivir más
3. Expresar nuestros sentimientos
4. Mantener el contacto con los amigos
5. Ser más feliz

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